miércoles, 25 de noviembre de 2009

The phantom of Putiklub


Un año, como quien no quiere la cosa, de puertas chapadas. Pero aún así nadie de los que allí estuvieron ha olvidado ese sótano al que bautizaron Putiklub. Si la creación es una forma de hacer sexo, el Putiklub fue una orgía constante. Y casi toda la culpa la tuvo la madame que lo regentaba, Manolo Marín quien abrió de par en par el Putiklub a todo bicho viviente, convirtiendo esa cueva en un vivero de noches inolvidables, promiscuas y sudorosas. Por allí pasaron artistas de todas partes y condiciones hasta que la mala leche de un vecino y su baba de chivato obligó a cerrarlo. Por eso, desde hace un año el Putiklub reside en el panteón de los mitos. Y para bajarlo de nuevo a la esfera de lo terrestre, qué mejor que hacer una fiesta en honor de tan santa muerte. Como dicen en la primitiva huerta valenciana: Beata tardana, puta primerenca. Beatifiquemos pues al Putiklub con el agua sagrada de los chupitos. Y, por favor, acudid bien acompañados y con las mejores galas que la ocasión lo merece. Pues eso.

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