martes, 30 de marzo de 2010
Los orígenes de Latinale
Unas hojas se mueven en la leve brisa de una Buenos Aires otoñal. Entre los plátanos de una plaza de barrio, un grupo de jovenes poetas de la Patagonia, que vinieron a la capital del país por motivos de estudio, colgaban poemas: Laura Kropff, antropóloga; María Paz Levinson de Letras; Pilar Pérez, bailarina de tango. Muchas veces las acompañaba el primo de Paz, Augustín Huarte, que era alumno de Bellas Artes. Fue él quien pintó el cartel “Poemas a regalar”.
El acto se transformó en una cita fija, el sábado a la tarde íbamos a la Plaza Almagro a colgar poemas: propios o leídos -y extraídos- de otros libros, traducciones propias en muchas ocasiones; usando la impresora de tinta de nuestras casas, sobre papeles de distintos tamaños y colores, según lo que había. Los vecinos venían a leer los poemas, a llevarse alguno que otro, otros traían sus propios textos -iniciando un trueque-, otros sólo pasaban a charlar o contar una vieja anécdota del barrio.
En esos años (a fines del gobierno de Carlos Menem) la situación económica agonizaba, la ciudad estaba casi toda privatizada. Sin embargo, el campo cultural vivió una explosión desde sus bases. La “cuelga de poesía”, las lecturas en plazas públicas, en bares, en galerías como “Belleza y Felicidad” (no muy lejos de la Plaza Almagro) y nuevas editoriales independientes, fueron ejemplos de este despertar. Sobre todo las editoriales comenzaron a funcionar independientemente a medida que las impresoras eran más baratas. Es así como se comenzaron a hacer libros low-fiy home-made.
Eso fue para mí el disparador. De vuelta en Alemania, esta vez en Berlín, con una pila de libros y plaquetas de poesía argentina contemporánea sobre mi escritorio, me puse a traducir. Uno de los primeros textos fue “Oración del repositor en el supermercado” de Washington Cucurto, un poeta que no disimulaba su pasado de vendedor ambulante. Otros poemas fueron de Fabián Casas, de su mítico libro “El salmón”.
Y copiamos lo que viví en Buenos Aires: llegamos a organizar dos o tres cuelgas de poesía en 1999, en el aún no remodelado Helmholzplatz, en el corazón de Prenzlauer Berg, abatidos por el invierno cruel, mientras un amigo de Mallorca tocaba la guitarra. La cuelga no terminó por la temperatura bajo cero, sino por la policía que nos dijo que no habíamos pedido una licencia para “protestar en el espacio público”. Para las instituciones alemanas nuestra cuelga de poesía era una manifestación.
En los siguientes viajes a la Argentina se intensificaron los encuentros con los poetas: conocí gente de distintos ámbitos, diferentes líneas y escuelas, como los patafísicos de la Escuela Alógena, las poetas de Zapatos Rojos, las encantadoras artistas multifacéticas de la galería "Belleza y Felicidad", que al mismo tiempo funcionaba como editorial, librería y punto de encuentro y era coordinado por Fernanda Laguna y Cecilia Pavón.
Era a fines de 1999 cuando la galería de Laguna y Pavón aglutinó distintos movidas: pop, queer, diseñadores de moda, dj's, performers, diseñadores gráficos y más adelante gente de barrios precarios, como Villa Fiorito, donde se fundó una sucursal. Eran años muy creativos, a pesar de la crisis financiera y económica que golpeaba el país.
En el 2004, con Cucurto y Cristian de Napoli, nació la idea de hacer un festival de poesía con la intención de dejar constancia de la dinámica de la escena lírica actual – no sólo del país sino de América Latina, y es así como nació “Salida al Mar”. Con el título queríamos reflejar esos extremos: el poder hacer un paseo por la playa y el reclamo histórico de Boliva por el acceso perdido al pacifico en la "Guerra del Pacífico". Venían poetas de Perú, como Roxana Crisólogo, Victoria Guerrera, Enrique Bernal y el brasileño Guillerme Zarvos.
El festival se hace hasta el día de hoy, una vez al año. Desde que comenzó y hasta el 2007 participé de la curaduría, propuse autores y conocí a otros. En uno de esos encuentros me crucé con Rike Bolte en un sótano reconvertido en galería, en el Pop Hotel en el barrio de Congreso y la invité a moderar algunas mesas en el festival “Salida al Mar” en las salas del Instituto Goethe de Buenos Aires. Conocía a Rike de la Freie Universität de Berlín (FBU) en la que ambos habíamos estudiado. Para mi sorpresa un año después de nuestro primer encuentro, me la volví a topar en la capital argentina.
Rike estaba muy entusiasmada con el espíritu del festival –eran lecturas verdaderamente maratónicas, también se hacían conferencias con cuatro poetas en un panel hasta altas horas en la noche. Una anécdota que recuerdo fue el último día en la Iglesia de los Marineros Finlandeses en San Telmo, rodeado de pieles y cornamentas de renos, cráneos de ballena, sin calefacción y la gente, sin embargo, se quedaba y seguía compartiendo el encuentro culminando la noche en un tango cantado por el mexicano Hernán Bravo Varela.
Después de su paso por el festival, Rike dijo: “Tenemos que armar algo así allá [en Alemania]”. Entonces empezamos con la antología virtual Latin.Log, la cual dio pie a la creación de la Latinale, que desde hace cuatro años se celebra en Berlín y otras ciudades alemanas y que hasta el momento ha llevado a Alemania más de 40 poetas de distintos países latinoamericanos.
La primera noche de la Latinale pensamos que el festival tendría que empezar con un brindis. Antes de las lecturas queríamos reunir a las y los poetas en una librería española de Berlín: "La Rayuela". Son las 19 horas, los poetas van llegando, hay algunas cajas de vino donado de las embajadas de Chile y Argentina (no sé por qué las las otras nunca mandan vino – aunque haya vino muy rico en el sur del Perú, en Uruguay, en el Sur de Brasil). Es un hola y qué tal. La gente se acomoda. Poetas de tan diversos países como México, la República Dominicana, Argentina, Uruguay, Perú, Chile, Brasil, El Salvador se amigan. Todo bien hasta ahí. Pero un amigo mío, boliviano, residente en Berlín, y refumeta, saca a dos de los poetas hacia afuera, “che, quieren fumar un pucho”, pregunta. Y delante de la librería, sobre la calle Invalidenstraße encienden sus cigarillos.
No sé por qué en un momento mi amigo boliviano dice: “Acá en Alemania dicen que tirar una botella por el hombro trae buena suerte...” Así que mientras yo pensaba “nada que ver”, Douglas Diegues de Brasil y Fabián Casas de la Argentina se dan la vuelta y echan las botella de cerveza sobre sus hombros. Aterrizan – por suerte – no en la avenida, sino en la veredad de enfrente –que es una comisaría. Los policías tardan unos segundos en salir. El comisario se pone duro. Pero mi amigo de Bolvia balbuceando algún himno en castellano, al final le puede convencer de que todo eso fue una “intervención poética” y al final no pasó nada.
Nosotros invitamos gente por que nos gusta su poesía. Muchas veces no los conocemos personalmente. Y tampoco sabemos como funcionará. Hasta hoy en día sigo pensando en las posibles maneras de llevar la poesía fuera de las salas, como lo hicieron las chicas de la Plaza Almagro. Hace poco, en noviembre del 2009, en en la cuarta edición del festival de Latinale, intentamos hacerlo visitando con una la caravana poética las tumbas de Brecht y de Kleist (al primero todos lo conocían pero al segundo no) y allí leímos poemas. A pesar del poco público que nos seguía, la mayoría se quedaba hasta el amanecer, en un otoño que se precipitaba hacia el invierno...
Timo Berger
The Never Ending Book of Allen Ruppersberg
Following its presentation at the Santa Monica Museum of Art, Allen Ruppersberg will stage the New York debut of The Never-Ending Book Part Two/Art and Therefore Ourselves. The piece consists of an arrangement of brightly colored armatures (modeled from theatrical stage designs of the 1940's), lightboxes, and cardboard boxes full of copies taken from the artist's archive. The color copies—of found photographs, sheet music, record labels and depression-era recipes—also cover the gallery wall, serving both as a backdrop and an index of all the elements included in the "book". W. B. Yeats' "The Circus Animals' Desertion" is reprinted here as well, echoing "old themes" and "allegorical dreams."
Extending the journey of these documents from private possessions to anonymous information, visitors are encouraged to sift through them and keep their own selections. The records on view are for sale, both at a dollar value and for a barter agreement of at least 50 pre-1970 photographs. Ruppersberg so uses an idea of storage and the accessible model of the library as his platform for making present what seems to have passed away. With a "Wave Goodbye to Grandma" and a poetic indexicality, the artist's work re-members our collective past.
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The Never Ending Book of Allen Ruppersberg
lunes, 29 de marzo de 2010
Fotos de Polaroid
sábado, 27 de marzo de 2010
Akademia Cartonera: a Primer of Latin American Cartonera Publishers
Akademia Cartonera: a Primer of Latin American Cartonera Publishers, editado por Ksenija Bilbija y Paloma Celis Carbajal, en la Parrallel Press de la University of Wisconsin-Madison Libraries, es el primer libro publicado con textos críticos acerca de las editoriales cartoneras de América Latina.
El libro se puede bajar gratis entrando en este link.
Tania Burgera: Auto-sabotagem
I
Eu gostaria de focar minha apresentação hoje nas palavras que anunciam este seminário: "Cultura como Estratégia de Sobrevivência". Gostaria de compartilhar algumas ideias e até mesmo perguntas sobre a ideia de sobrevivência.
Falamos de sobrevivência como um elemento importante, mesmo quando sua definição tem mais a ver com um conceito biológico do que social. Há momentos em que sobreviver é a resposta errada, conservadora, sublimando a permanência acima da noção de viver. Às vezes sobreviver (ou querer sobreviver) é o que nos torna mais fracos, o que nos leva a perder nossa intenção de viver, o que nos torna simplesmente animais. Para entender o ser social, às vezes não deveríamos sobreviver.
Examinando a ideia de sobrevivência de um ponto de vista social, poderíamos chegar à conclusão de que é exatamente a batalha contra essa noção de estabilização que leva ao avanço social. É a reação na presença da morte (ou seu equivalente: a inércia social) que define o tipo de sujeito social que somos. Portanto, a pergunta para mim seria: o que fazemos após termos sobrevivido? Por quanto tempo deveríamos sobreviver? E a mais importante para mim: por que sobreviver? Todas essas perguntas têm a ver com responsabilidade.
A palavra estratégia também implica uma situação frágil, uma solução no curto prazo, um estado transitório. Poderíamos dizer que uma vez que a arte tem uma função socialmente limitada, uma representação não é a apresentação de soluções, mas sempre uma diversão temporária.
A responsabilidade da cultura não deve ser fundar na oferta de estratégias de sobrevivência, mas em dar uma noção da sobrevivência. A Cultura como ferramenta social deveria nos levar a fazer alguma coisa com o medo e o desejo de recomeçar. Porque sobreviver é um processo de apagamento, um processo de desestabilização de valores, um processo onde definimos que aspecto social é importante para nós e quais são aqueles (valores) aos quais devemos dar prioridade.
Sobreviver é um processo em que a reflexão abstrata se torna corpórea.
Para nos restringirmos ao mundo da arte, poderíamos dizer que há dois tipos de arte: aquela interessada na representação - poderíamos dizer que é a arte daqueles interessados em ser narradores - e aquela interessada em "colocar em prática", implementar ideias - aquela dos interessados em fazer. A primeira está mais interessada em manter os arquivos e desenvolver recursos em um ambiente protegido, reservado para observação. É por isso que eu estou mais interessada em falar da segunda posição, porque ela está mais comprometida com um relacionamento político e mais dentro do discurso da realidade.
II
(a politização da sobrevivência)
Eu gostaria de citar algumas palavras da apresentação que acabamos de ouvir de Lisette Lagnado, quando ela pergunta: "Uma mostra hoje pode estabelecer um lugar que pertença à política, como acontece com fábricas, ruas ou a Universidade?"
Acredito que isto não só seja possível, mas seja o desafio da arte hoje. Acredito que haja elementos estruturais pertinentes a esta busca:
1. a ideia de uma arte contextual,
2. a ideia de uma arte útil,
3. a necessidade de mudar o tempo do consumo da arte,
4. a construção de um novo papel para o espectador,
5. esquecer a ideia de que a arte é eterna.
Os artistas dizem frequentemente que falam pelos outros. É a velha ideia de artistas emprestando sua voz para aqueles que não a têm, mas como bem sabemos, isto é problemático. Deveríamos dar o espaço privilegiado de artistas aos outros, àqueles que não têm espaço social, porque não estamos em tempos de falar, de dizer. A arte já encontra muita concorrência novad mídias (internet, SMS e assim por diante). Estamos em tempos de fazer, transformar palavras em ação, de uma fonte de informação e observação para uma fonte onde ferramentas sociais são criadas. Os artistas devem ceder seu espaço, um espaço de privilégio social, porque é um espaço onde você pode re-imaginar e então reconstruir uma relação de poder: um espaço que torna disponíveis ferramentas que podem ser transportadas para o mundo real.Arte política, a arte que quer estar em um sítio/lugar político, deve pensar também, não em cumprir um trabalho para os outros ou por causa dos outros, mas em realizar um trabalho feito pelos outros. Um trabalho em que eles sejam o material, o tópico, o espectador e a documentação, onde tudo seja uma só coisa, uma atividade onde pensar e fazer sejam uma unidade.
É por isso que os artistas também deveriam redefinir seu papel e sua forma de colocar em prática seu conhecimento da visualização do pensar.
O que eu considero importante também é a necessidade de mudar os conceitos de consumo ligados à arte (principalmente agora que estamos vivendo o colapso do campo capitalista e eu estou me referindo aos aspectos de sua produção, apresentação e processo de aquisição. A arte política tem a chance não só de sugerir uma maneira diferente de construir modelos de relação entre objetos (o que é algo que está diminuindo na esfera de ação do capitalismo), mas também de sugerir modelos de relação com a ética.
Mais do que uma arte feita sobre política, estou interessada em uma arte feita politicamente, sugerindo novas estruturas de ativação de poder, onde a igualdade (equidade) é uma barganha constante e contínua, uma arte que estabelece estruturas móveis de observação, porque é verdade que fazemos trabalhos de arte que falam do aqui e agora, mas são feitos com estruturas de observação que pertencem principalmente ao século 19 com todas as implicações políticas e de classe que vêm disso.
Os artistas deveriam se diluir em seus papéis, devem estabelecer o nível e as condições de auto-sabotagem com as quais eles irão trabalhar.
III
Os artistas deveriam se auto-sabotar
A maneira com a qual os artistas deveriam sobreviver é perdendo sua memória, não considerando o trabalho que fizeram como capital acumulado e estando prontos para abrir mão de sua história individual a qualquer momento.
O público também deveria parar de ser protegido. O mundo da arte, com todas suas instituições, tornou-se um lugar que visa a proteger o público (devido ao interesse em educá-lo ou à intenção de entretê-lo).
Os artistas deveriam se auto-sabotar dentro das expectativas que criaram com seu trabalho. Deveriam agir da mesma forma com as expectativas de carreiras projetadas previamente, em que parecem ser gerentes de pequenas corporações, mostrando a capacidade de produzir (a produtividade) conceitos ligados à concepção da sociedade como capitalista e não a uma nova ideia de sociedade, uma sociedade que pode não existir ainda, uma sociedade que se pretende debater.
Os artistas deveriam se auto-sabotar em sua relação com os outros no mundo da arte, deixado de agradar a si mesmos, e principalmente às instituições.
Os artistas deveriam se auto-sabotar parando seu trabalho, abandonando suas posições confortáveis e procurando um lugar diferente, que eles não conhecem; deveriam deixar de fazer projetos e, realmente, viver. Os artistas deveriam parar e começar do zero, de um lugar que não evoque a autonostalgia, um lugar onde todas as nossas inseguranças estejam presentes, um lugar inseguro, um lugar que não afirme a nossa própria importância, um lugar onde a arte não seja um conceito importante. A arte deveria ser um conceito que aparece mais tarde, após o fato, e não uma decisão a priori.
IV
Efêmeros como uma forma de sobreviver nos outros.
Os trabalhos da arte social deveriam usar o tempo social e os espectadores deveriam deixar de serem espectadores e se tornarem seres sociais para "ver o" (também se poderia dizer "estar no") trabalho. Os curadores também deveriam mudar, porque a arte política deve lidar com a ética e valorizar esse discurso, devemos abandonar o mundo representacional e entrar no mundo de relações de poder. Então, a estética deveria ser a efetividade dessas relações e a beleza seria vista como os momentos em que essas utopias se materializam.
A ideia, eu poderia dizer a pressão, que como artistas temos que fazer coisas que nos permitam sobreviver é algo que deveríamos rejeitar, porque condiciona as ideias da arte como arquivo, como um índice, e não a arte como uma resposta contextual, como uma resposta ao momento presente.
A arte política deveria parar de usar referências e comecar a criar referências.
Eu gostaria de focar minha apresentação hoje nas palavras que anunciam este seminário: "Cultura como Estratégia de Sobrevivência". Gostaria de compartilhar algumas ideias e até mesmo perguntas sobre a ideia de sobrevivência.
Falamos de sobrevivência como um elemento importante, mesmo quando sua definição tem mais a ver com um conceito biológico do que social. Há momentos em que sobreviver é a resposta errada, conservadora, sublimando a permanência acima da noção de viver. Às vezes sobreviver (ou querer sobreviver) é o que nos torna mais fracos, o que nos leva a perder nossa intenção de viver, o que nos torna simplesmente animais. Para entender o ser social, às vezes não deveríamos sobreviver.
Examinando a ideia de sobrevivência de um ponto de vista social, poderíamos chegar à conclusão de que é exatamente a batalha contra essa noção de estabilização que leva ao avanço social. É a reação na presença da morte (ou seu equivalente: a inércia social) que define o tipo de sujeito social que somos. Portanto, a pergunta para mim seria: o que fazemos após termos sobrevivido? Por quanto tempo deveríamos sobreviver? E a mais importante para mim: por que sobreviver? Todas essas perguntas têm a ver com responsabilidade.
A palavra estratégia também implica uma situação frágil, uma solução no curto prazo, um estado transitório. Poderíamos dizer que uma vez que a arte tem uma função socialmente limitada, uma representação não é a apresentação de soluções, mas sempre uma diversão temporária.
A responsabilidade da cultura não deve ser fundar na oferta de estratégias de sobrevivência, mas em dar uma noção da sobrevivência. A Cultura como ferramenta social deveria nos levar a fazer alguma coisa com o medo e o desejo de recomeçar. Porque sobreviver é um processo de apagamento, um processo de desestabilização de valores, um processo onde definimos que aspecto social é importante para nós e quais são aqueles (valores) aos quais devemos dar prioridade.
Sobreviver é um processo em que a reflexão abstrata se torna corpórea.
Para nos restringirmos ao mundo da arte, poderíamos dizer que há dois tipos de arte: aquela interessada na representação - poderíamos dizer que é a arte daqueles interessados em ser narradores - e aquela interessada em "colocar em prática", implementar ideias - aquela dos interessados em fazer. A primeira está mais interessada em manter os arquivos e desenvolver recursos em um ambiente protegido, reservado para observação. É por isso que eu estou mais interessada em falar da segunda posição, porque ela está mais comprometida com um relacionamento político e mais dentro do discurso da realidade.
II
(a politização da sobrevivência)
Eu gostaria de citar algumas palavras da apresentação que acabamos de ouvir de Lisette Lagnado, quando ela pergunta: "Uma mostra hoje pode estabelecer um lugar que pertença à política, como acontece com fábricas, ruas ou a Universidade?"
Acredito que isto não só seja possível, mas seja o desafio da arte hoje. Acredito que haja elementos estruturais pertinentes a esta busca:
1. a ideia de uma arte contextual,
2. a ideia de uma arte útil,
3. a necessidade de mudar o tempo do consumo da arte,
4. a construção de um novo papel para o espectador,
5. esquecer a ideia de que a arte é eterna.
Os artistas dizem frequentemente que falam pelos outros. É a velha ideia de artistas emprestando sua voz para aqueles que não a têm, mas como bem sabemos, isto é problemático. Deveríamos dar o espaço privilegiado de artistas aos outros, àqueles que não têm espaço social, porque não estamos em tempos de falar, de dizer. A arte já encontra muita concorrência novad mídias (internet, SMS e assim por diante). Estamos em tempos de fazer, transformar palavras em ação, de uma fonte de informação e observação para uma fonte onde ferramentas sociais são criadas. Os artistas devem ceder seu espaço, um espaço de privilégio social, porque é um espaço onde você pode re-imaginar e então reconstruir uma relação de poder: um espaço que torna disponíveis ferramentas que podem ser transportadas para o mundo real.Arte política, a arte que quer estar em um sítio/lugar político, deve pensar também, não em cumprir um trabalho para os outros ou por causa dos outros, mas em realizar um trabalho feito pelos outros. Um trabalho em que eles sejam o material, o tópico, o espectador e a documentação, onde tudo seja uma só coisa, uma atividade onde pensar e fazer sejam uma unidade.
É por isso que os artistas também deveriam redefinir seu papel e sua forma de colocar em prática seu conhecimento da visualização do pensar.
O que eu considero importante também é a necessidade de mudar os conceitos de consumo ligados à arte (principalmente agora que estamos vivendo o colapso do campo capitalista e eu estou me referindo aos aspectos de sua produção, apresentação e processo de aquisição. A arte política tem a chance não só de sugerir uma maneira diferente de construir modelos de relação entre objetos (o que é algo que está diminuindo na esfera de ação do capitalismo), mas também de sugerir modelos de relação com a ética.
Mais do que uma arte feita sobre política, estou interessada em uma arte feita politicamente, sugerindo novas estruturas de ativação de poder, onde a igualdade (equidade) é uma barganha constante e contínua, uma arte que estabelece estruturas móveis de observação, porque é verdade que fazemos trabalhos de arte que falam do aqui e agora, mas são feitos com estruturas de observação que pertencem principalmente ao século 19 com todas as implicações políticas e de classe que vêm disso.
Os artistas deveriam se diluir em seus papéis, devem estabelecer o nível e as condições de auto-sabotagem com as quais eles irão trabalhar.
III
Os artistas deveriam se auto-sabotar
A maneira com a qual os artistas deveriam sobreviver é perdendo sua memória, não considerando o trabalho que fizeram como capital acumulado e estando prontos para abrir mão de sua história individual a qualquer momento.
O público também deveria parar de ser protegido. O mundo da arte, com todas suas instituições, tornou-se um lugar que visa a proteger o público (devido ao interesse em educá-lo ou à intenção de entretê-lo).
Os artistas deveriam se auto-sabotar dentro das expectativas que criaram com seu trabalho. Deveriam agir da mesma forma com as expectativas de carreiras projetadas previamente, em que parecem ser gerentes de pequenas corporações, mostrando a capacidade de produzir (a produtividade) conceitos ligados à concepção da sociedade como capitalista e não a uma nova ideia de sociedade, uma sociedade que pode não existir ainda, uma sociedade que se pretende debater.
Os artistas deveriam se auto-sabotar em sua relação com os outros no mundo da arte, deixado de agradar a si mesmos, e principalmente às instituições.
Os artistas deveriam se auto-sabotar parando seu trabalho, abandonando suas posições confortáveis e procurando um lugar diferente, que eles não conhecem; deveriam deixar de fazer projetos e, realmente, viver. Os artistas deveriam parar e começar do zero, de um lugar que não evoque a autonostalgia, um lugar onde todas as nossas inseguranças estejam presentes, um lugar inseguro, um lugar que não afirme a nossa própria importância, um lugar onde a arte não seja um conceito importante. A arte deveria ser um conceito que aparece mais tarde, após o fato, e não uma decisão a priori.
IV
Efêmeros como uma forma de sobreviver nos outros.
Os trabalhos da arte social deveriam usar o tempo social e os espectadores deveriam deixar de serem espectadores e se tornarem seres sociais para "ver o" (também se poderia dizer "estar no") trabalho. Os curadores também deveriam mudar, porque a arte política deve lidar com a ética e valorizar esse discurso, devemos abandonar o mundo representacional e entrar no mundo de relações de poder. Então, a estética deveria ser a efetividade dessas relações e a beleza seria vista como os momentos em que essas utopias se materializam.
A ideia, eu poderia dizer a pressão, que como artistas temos que fazer coisas que nos permitam sobreviver é algo que deveríamos rejeitar, porque condiciona as ideias da arte como arquivo, como um índice, e não a arte como uma resposta contextual, como uma resposta ao momento presente.
A arte política deveria parar de usar referências e comecar a criar referências.
Palavras cavando túneis
Entre nossos livros agora temos dois volumes de Mehr Als Bücher, edição em português/alemão, espanhol/alemão com uma amostra de autores de várias cartoneras latino-americanas.
Ausias Navarro, num surto poético, quase heróico, desbravador de fronteiras, promoveu oficinas, apresentações de poesia e discussões, e contou com Claudia Wente, Timo Berger, Jana Winkel, Miriam Müller, Diana Grothues, Stefan Degenkolbe, que fizeram parte da turma animada de poetas/tradutores que realizaram essa proeza.
As oficinas foram dadas apenas pelo pessoal do Eloísa Cartonera, porque o MINC não concedeu passagem a um representante do Dulcinéia Catadora, convidado a participar do evento...na escala de relevância, cartoneras e catadora não ganham muitos pontos por aqui...
João Filho, Marcelo Ariel, Maicknuclear, Sebastião Nicomedes e Alice Ruiz, autores colaboradores do Dulcinéia Catadora, foram selecionados e tiveram tradução para o alemão, integrando o livro Mehr Als Bücher, montado em julho de 2009, em Berlim, que agora chega às minhas mãos. É isso mesmo, BERLIM!!!
Interessante esse movimento das cartoneras que fura barreiras junto com os imigrantes e aos poucos ocupa tantos territórios. Palavras cavando espaços em outros continentes. Não sei por quê, acabo de me lembrar de um filme em que alemães da Alemanha Oriental cavam um túnel para conseguir passar para o outro lado. E conseguiram!!!
Sorte para vocês aí!
Lúcia Rosa
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